viernes, 5 de enero de 2024

JOHN IRVING FUE MOTERO

Recientemente tuve ocasión de viajar a y por Nueva Inglaterra. Una semana en Boston y otra conduciendo (en coche) y visitando parques naturales de los estados de Maine, New Hampshire y Massachusetts. Un deseo largamente anhelado que se hizo realidad, y que cumplió sobradamente con mis expectativas. Siempre viajo con libros y, desde hace años, cuando el viaje que emprendo alcanza cierta significatividad (duración, importancia, interés…) procuro que el contenido de las lecturas, su temática o autoría, estén relacionados con el entorno visitado. En esta ocasión acerté con la selección, pero, además, añadí una novela para los largos vuelos de ida y vuelta. Una de John Irving, la primera que publicó: Libertad para los osos (1968), la cual, si bien no se desarrolla en Nueva Inglaterra, algo que sí ocurre en la mayoría de las que ha escrito, es fruto suyo, es decir, de un autor nacido y residente allí (New Hampshire y Vermont, respectivamente).

No voy a descubrir quién es John Irving como escritor, ni las características principales de su particular y personalísimo estilo, lo que pretendo, en este y otro texto que ubicaré posteriormente en otro de mis blogs, es subrayar un par de temas bastante recurrentes a lo largo de su obra, que tienen que ver con dos de mis principales aficiones: las motos y el esquí alpino. Aquí, lógicamente, abordaré el de las motos. Más adelante, en metiendocantos.blogspot, intentaré escribir sobre la relación del autor con el esquí. En todo caso, Irving desarrolla tramas bastante singulares, ocasionalmente disparatadas, protagonizadas por personajes muy complejos, en el sentido de mostrar comportamientos poco convencionales. Críticos literarios, e incluso él mismo, afirman que ello se debe a su propia biografía. A su vivencia familiar y escolar, y al haber sufrido abusos sexuales por parte de una mujer madura en su infancia. Pero es que, además de eso, Irving reconoce nutrirse mucho de escenarios, ambientes, geografías, personajes y actividades que conoce bien por haberlas vivido directamente, por haber formado parte de su historia de vida. Y ahí es donde aparecen las motos.

Irving fue motero hasta que se convirtió en padre. Por lo visto, al ser conocedor del primer embarazo del que fue responsable, sentenció algo así como que las motos no eran cosa de padres. En aquella época, hasta aquel momento, solía salir en moto con un buen amigo. He intentado indagar infructuosamente qué máquina o máquinas conducía entonces o anteriormente. Ni los buscadores ni la IA han sido capaces de ayudarme. Lo que sí es bien conocido es que el escritor, en su juventud, pasó dos años viviendo en Viena, estudiando en su universidad, y que empleó parte importante de su tiempo viajando en moto con un amigo por Europa. Por eso, en algunas de sus novelas, territorios europeos, y muy especialmente Austria ¡y Viena! Se erigen en escenarios de parte del relato. Es lo que sucede en la que he mencionado antes y sobre la que enseguida volveré. Probablemente su novela más motera.

Francamente, tengo que reconocer haber leído únicamente cuatro novelas suyas, aunque otra está en camino. Pero da la casualidad de que es en algunas de ellas en las que las motocicletas están más presentes. Sé que mis pesquisas son insuficientes. Lo sé porque la respuesta del recientemente popular software de IA ha omitido dar cuenta de la de los osos, siendo la más destacable desde el punto de vista motero. Pese a ello, el alabado sistema me dio algunas pistas que pensaba recoger aquí referidas a sus novelas. Sin embargo, la respuesta de la IA fue errónea ¡muy errónea! Así que no hay que fiarse del siguiente párrafo.

El software afirmaba que, en Príncipes de Maine, reyes de Nueva Inglaterra (The Cider House Rules, 1985) se menciona una Harley-Davidson que pertenece a uno de los personajes. Ignoro si se describe la máquina o si aparece en alguna de las situaciones incluidas en el texto. Esta novela se hizo especialmente famosa gracias a la película titulada Las normas de la casa de la sidra, de cuyo guion se hizo cargo el propio novelista. La vi hace muchos años. Recuerdo que me gustó bastante, pero he olvidado la mayor parte de los detalles y, desde luego, si la citada moto aparece o no en el largometraje.

Otra novela bien conocida de Irving es El Hotel New Hampshire (1981). Se sitúa geográficamente en Viena y en Nueva Inglaterra, y está preñada de personajes de lo más curioso, y de relaciones y comportamientos bastante fuera de las convenciones sociales. Fue la primera novela suya que leí y he de reconocer que, sin atreverme a recomendarla, porque imagino que el estilo y temáticas de Irving pudieran no ser del agrado del gran público, me gustó mucho. Con ella es con la que más se le fue la mano al chat GPT, afirmando que eran varias las motocicletas que aparecían, nombradas y/o en acción. Identificaba hasta cuatro modelos determinados, concreción que pudiera resultar irrelevante para la mayoría de los lectores, pero que no lo sería en absoluto para los que tenemos afición a las motos (ni seguramente lo fuera para el autor), y los asociaba directamente con algunos de los personajes. ¡Todo falso! un aparente cruce de cables del chat. A mí me extrañó porque no recordaba ninguna de las mencionadas por este, y es que la única que aparece en el libro es una antigua Indian de 1937 con sidecar, que el software confunde con una HD. La moto cobra cierto protagonismo al principio de la novela, con algunas escenas un tanto estrambóticas.

Indian Chief. (Imagen: yesterdays.nl)

En la versión fílmica que se llegó a hacer basándose en esta novela, aparece una moto que utilizan tanto con sidecar como sin él. Tiene mucho que ver con un oso que se erige en personaje de cierta relevancia en el libro. La película, protagonizada por Jodie Foster, Beau Bridges, Rob Lowe y Nastassja Kinski, simplifica el complejo carácter de la trama, buscando cierto exceso de comicidad. En ella aparece una monocilíndrica antigua con la leyenda Davidson pintada en el depósito. Incluso en ese detalle resulta no hacerse merecedora de la categoría de la novela. En todo caso, el protagonismo real de esa moto fue más allá del rodaje.

Según William Brashler (Chicago Tribune, abril 1985): «Él [Irving] le dijo a Greg Miller y a un amigo cómo, tras haber recibido la motocicleta utilizada en la película “Hotel New Hampshire”, veía que sus críos corrían con ella haciendo el salvaje por los campos de Nueva Inglaterra. Eso lo puso tan nervioso que cogió la moto y, superando su audacia, la estrelló sin posibilidad de reparación. Lo cual era su idea». Conducta que no deja de parecer consecuente para alguien cuya condición de padre le había hecho abandonar una de sus grandes aficiones.

Fotograma de la película aludida. (Imagen: 70srichard.wordpress).

Como las otras novelas de Irving que he leído, Libertad para los osos trata de muchas cosas a la vez. Todo se hila a través de una aventura iniciada por dos jóvenes viajando en moto por una Austria rural. Son dos chicos que arrastran consigo obsesiones y traumas no resueltos. Suficientes como para generar en ellos algunos comportamientos nada convencionales. Por una serie de circunstancias, ese viaje motociclista cambiará de protagonistas en la parte final de la narración. Entre ambos actos, primero y tercero, un diario nos lleva al pasado y, entre otras cosas, a través de una especie de historia de orígenes de vida, nos sumerge en algunos aspectos de la obligada anexión de Austria a la Alemania nazi, así como del complejo nudo político balcánico en los momentos previos y durante la II Guerra mundial. En los tres actos hay tres motos que asumen un papel muy importante y casi permanente. Vamos con ellas.

Una es una NSU militar con sidecar del ejército alemán. Dicho ejército se nutría de motocicletas de fabricación nacional. Además de las conocidas BMW, unidades de los fabricantes DKW, Zündapp y NSU también fueron incorporadas al parque móvil militar germano. Con o sin sidecar, según los casos. En el libro se menciona una escuadrilla de motos al mando de un auténtico amante de ellas. Alguien que está en ello por intereses mecánicos y no bélicos. Una de las unidades (conservando el sidecar) acaba separándose de las demás, protagonizando una aventura rodada con otra moto del mismo pelotón, pero bien diferente. Se trata de otra NSU, pero de origen civil. Una de tantas motocicletas requisadas por el ejército y adaptada, mal que bien, como moto de combate. Cuando se ve liberada de su sidecar y de la disciplina marcial, es aligerada al máximo, despojada de todo complemento guerrero y recupera su naturaleza de moto rápida y ligera. Y es que, aun tratándose igualmente de una NSU, era un modelo Grand Prix. En concreto, según la narración, una que había ganado el Gran Premio de Italia de 1930 antes de ser reclutada. Avanzado el relato, ambas motos se ven separadas, y la trama continúa a lomos de la más deportiva de las dos.

Motocicleta militar NSU con sidecar, del ejército alemán durante la II Guerra Mundial. Emplearon modelos de varias marcas por lo que no resulta sencillo encontrar muchas imágenes de NSU. (Imagen: lamaneta.com).

Modelo deportivo (de carreras) NSU: la Grand Prix. (Imagen: motocollection.org).

Además de las dos anteriores, durante la primera y tercera partes de la historia, es casi constante la presencia de otra moto, una Royal Enfield de 700 cm3 que parece corresponderse con una Interceptor de la época. Con ella pasan muchas cosas, por eso digo que, en conjunto, estamos ante una novela muy motera. Todas las motos aquí citadas entran en acción (incluso mucha acción) y, todas ellas, son protagonistas de algunos periplos de varios días, dignos de poder ser considerados como road movies, en este caso narrativas, por lo que quizás deberíamos denominarlas road readings (evitando un conflicto de nomenclatura con el término roadbook, que bien sabemos los aficionados al motor lo que este significa).

Royal Enfield Interceptor de la época. (Imagen: motos.espirituracer.com).

Royal Enfield, actualmente comercializa una Interceptor moderna de 650cc con un aire muy clásico y configurable en diferentes colores y aspecto. Aquí vemos una de ellas equipada con un conjunto de maletas estilo retro de otro fabricante. (Imagen: fc-moto.de).

En Hasta que te encuentre (Until I Find You), bien avanzada la novela, que es muy larga, surge un capítulo en el que una treintena aproximada de moteros norteamericanos viajan desde diferentes puntos de los EEUU hasta Toronto, para asistir al funeral de una afamada tatuadora amiga suya. Sabemos que les hace malo durante el viaje porque es en marzo, pero no hay escenas del viaje, únicamente de las motos aparcadas cerca de la iglesia de un colegio privado de chicas. El autor no se entretiene en describir el tipo y marcas de las motocicletas, aunque el lector imagina fácilmente que se trata de choppers y Harleys, pues el mundo del tatuaje es lo que reúne allí a todos sus propietarios. Sí que Irving se recrea en sus motes, descripciones y comportamientos, así como en el devenir del funeral, que se presta bien a que pueda recrear una de sus entretenidas e imaginativas situaciones corales. En realidad, poca cantidad de cilindros y manillares si tenemos en cuenta que el conjunto de la historia es muy extenso. El mundo de los tatuajes, el cine, Bob Dylan, complejas relaciones personales, la lucha, e incluso los órganos de las iglesias ocupan más que las motos. Y no digamos el sexo, que eso sí que empapa toda la novela.

Lo dicho, si se quiere leer algo de literatura amena e interesante, incluso reconocida internacionalmente, aunque disparatada, y además se tienen ganas o ilusión porque las motos jueguen un papel importante o significativo en ella, ahí están algunas de las novelas de John Irving. Especialmente la de los osos.

 

 

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